lunes, 25 de octubre de 2010

" A 70 años de la muerte de Alfonsina Storni "

Noticias Argentinas
Tributo a Alfonsina Storni
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"Voy a dormir", escribió la poetisa Alfonina Storni el 24 de octubre de 1938 en el soneto más significativo de su mágica trayectoria, antes de arrojarse al mar al día siguiente en la ciudad bonaerense de Mar del Plata.
Fue el fin del camino para una mujer que inauguró la poesía feminista y que vivió intensamente sus múltiples facetas: fue actriz, obrera, madre soltera, maestra rural, profesora de teatro, gremialista, cantante, literata y periodista.
Irónica y provocadora, logró resignificar el lugar de la mujer en la sociedad de la época y compartió los círculos literarios y culturales más prestigiosos de principios de siglo XX.
Si bien es reconocida como una de las poetisas más importantes de la literatura argentina, Alfonsina Storni había nacido el 29 de mayo 1892, en Sala Capriasca, una pequeña aldea del cantón italiano de Suiza.
Cuando tenía cuatro años, su familia se trasladó a la Argentina, más específicamente a la provincia de San Juan, y cinco años después se mudaron a Rosario, por entonces un próspero puerto del litoral.
A los 10 años, Alfonsina comenzó a trabajar: lavaba platos en el "Café Suizo" que había abierto su madre para sobrellevar la crisis económica de la familia. A partir de ese momento, la escritora trabajó toda su vida.
Más tarde se incorporó en una fábrica de gorras y a los 15 años se empleó como actriz en una compañía de teatro con la que recorrió varias provincias.
Luego estudió y trabajó como maestra rural en Coronda y, para ganar algún dinero extra, los fines de semana viajaba a Rosario a cantar en un pequeño cabaret. Cuando en Coronda se enteraron de esa actividad, la humillaron en pleno acto escolar y Alfonsina decidió volver a Rosario.
Allí trabajó como docente y empezó a publicar sus primeros poemas en las revistas locales, "Mundo Rosarino", "Monos y Monadas" y algún tiempo después en "Mundo Argentino".
A los 19 años, Alfonsina quedó embarazada de un diputado de la provincia de Santa Fe, casado y mucho mayor que ella, de quien nunca reveló la identidad.
Recién muchos años después de su muerte se supo que se trataba de Carlos Arguimbau, de 43 años, quien además era periodista y autor de una obra de teatro.
Embarazada y soltera, juntó lo poco que tenía y llegó en 1911 a Buenos Aires, donde nació su hijo Alejandro.
Poco después comenzó a colaborar en diarios y revistas como Fray Mocho, Caras y Caretas, La Nación y Nosotros y, desde ahí, fundó una manera de hacer periodismo feminista: se burló de la hipocresía de las señoras de clase alta y luchó con agudeza contra las formas patriarcales y el sometimiento de la mujer.
En 1916, apareció su primer libro de poemas, La inquietud del rosal, al que le siguieron, entre otros, El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920), Ocre (1925), Poemas de amor (1926).
Desde sus versos, Alfonsina siguió cuestionando los roles tradicionalmente asignados a la mujer y expresó sus convicciones de género.
La escritora, que obtuvo la nacionalidad argentina a los 28 años, dictó cátedras en el Teatro Infantil Labardén, en la Escuela de Lenguas Vivas y en el Colegio Nacional de Arte Escénico.
En años los veinte y en los treinta, participó de las tertulias literarias que se concentraban en míticos cafés de Buenos Aires, en donde recitaba sus poesías trepada a una mesa y rodeada de escritores y artistas.
En 1934 publicó Mundo de siete pozos y en 1938, su último libro, titulado Mascarilla y trébol.
El punto de inflexión en su vida se produjo en 1935, cuando fue operada de un cáncer de mama y entró en una gran depresión. A eso se le sumó que, al año siguiente, se suicidó Horacio Quiroga, un gran escritor argentino con quien se le adjudicó un romance.
Alfonsina le dedicó un poema que presagia su desenlace: "Morir como tú, Horacio, en tus cabales, y así como en tus cuentos, no está mal; un rayo a tiempo y se acabó la feria".
Ese mismo año concurrió a un importante acto de la Universidad de Montevideo, realizado en homenaje a las tres grandes poetisas de América, junto a la chilena Gabriela Mistral y a la uruguaya Juana de Ibarbourou.
Luego de muchos meses de reclusión y angustia por la enfermedad, viajó a Mar de Plata y la noche del 24 de octubre de 1938 le escribió una carta de despedida a su hijo y el soneto "Voy a dormir", que envió al diario La Nación.
A la 1 de la madrugada del 25 de octubre Alfonsina -nombre árabe que quiere decir "dispuesta a todo"- abandonó su habitación y se dirigió a la Playa La Perla para escribir su propio final.
Al día siguiente, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa y los diarios de la tarde titularon: "Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América".
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